El presidente comparece como un mandatario extranjero para manifestar que sus posiciones están muy alejadas y "no se resolverá mañana".
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cumplió el guión pactado con su socio independentista tras dos horas de encuentro con el presidente autonómico, Pere Aragonés, en el Palacio de la Generalidad. Una comparecencia en la que volvió a constatar que sus posiciones están aún "muy alejadas" y que "la crisis no se resolverá mañana porque se trata de un conflicto larvado desde hace más de diez años".
Sánchez pidió tiempo, "sin prisa pero sin pausa. Y sin plazos" y confió en llegar a una solución pactada descartando el objetivo final que imponen los independentistas: "El referéndum y la amnistía no son posibles" según el ordenamiento constitucional. Pero sumó un argumento más: "La sociedad catalana no puede sufrir más desgarros" y "lo que sea de España lo tendremos que decidir todos los españoles".
Una última declaración que parecía estar relacionada con la "solución pactada" que manifestó tener "la esperanza de alcanzar". El presidente aseguró que durante el encuentro con Aragonés "no hemos tratado de los Presupuestos Generales del Estado" pero no fue capaz de concretar de qué hablaron durante las dos horas que duró la reunión.
Sánchez se limitó a continuar su ficción de la posibilidad de alcanzar un acuerdo: "Vamos a tener que hablar mucho" porque "las posiciones están muy alejadas" y el objetivo es "acercar posiciones" con la mesa de diálogo como "instrumento". "Necesitamos tiempo", insistió.
Es evidente que no hay un punto de encuentro entre lo que los separatistas quieren y lo que Sánchez está en disposición de entregarles.
Todos quieren sentarse con Sánchez para hacerse la foto, trincar más fondos del Estado y presentar a sus ciudadanos la hazaña como trofeo.
El presidente de la Generalidad asegura que con Sánchez "hemos reiterado el reconocimiento institucional mutuo".
Un gesto llamó la atención en el recibimiento con honores del presidente del Gobierno en el Palacio de la Generalidad.
"No solo dinamita la estabilidad institucional, sino que supone una deslealtad nacional, una humillación para todos los españoles", ha afirmado la presidenta madrileña.