Hace hoy cinco años, el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicaba el Real Decreto-ley 3/2012, de 10 de febrero, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral, con el objetivo de flexibilizar el anquilosado y rígido marco de relaciones previo, bajo el que un reducido grupo de sindicalistas y representantes de la patronal decidían las condiciones de trabajo de millones de personas a través de los conocidos convenios colectivos.
Nacía, pues, la reforma laboral, una de las más aplaudidas por los expertos dentro y fuera de España, aunque también de las más criticadas por parte de los sindicatos y los partidos de la oposición, especialmente desde las filas del PSOE y Podemos, que ahora insisten en su derogación. En un primer momento, la izquierda afirmó sin tapujos que la relativa flexibilización del mercado de trabajo no ayudaría a reducir el paro ni a crear empleo. Sin embargo, cuando la realidad comenzó a desmontar ese discurso, se centraron en el problema de la precariedad.
Pero los datos, una vez más, son tozudos… ¿Cómo ha evolucionado el mercado de trabajo desde la puesta en marcha de la citada reforma? El paro ha bajado, el empleo ha crecido y la precariedad, pese a existir, se ha reducido.
El primer efecto que tuvo la aplicación de la reforma fue reducir el ritmo de destrucción de empleo y, por tanto, el incremento del paro. A mediados de 2012 y principios de 2013, cuando la economía nacional estaba sumida en lo más hondo de la crisis, aún en recesión, el aumento interanual del desempleo comenzó a atenuarse y, a finales de ese mismo año, empezó a revertirse…
En febrero de 2013, España registraba un récord total de 5,04 millones de parados en el antiguo Inem, mientras que el pasado diciembre esa cifra se reducía a poco más de 3,7 millones. En concreto, el volumen de desempleados ha caído en 1,34 millones de personas, recuperando así casi la mitad del paro generado durante la crisis.
Y lo mismo sucede a nivel de ocupación. En febrero de 2013, el volumen de afiliados a la Seguridad Social se situaba en 16,15 millones de personas, debido a la destrucción de 3,3 millones de puestos de trabajo desde que estalló la crisis financiera internacional a mediados de 2007. En diciembre de 2016, por el contrario, esta cifra rondaba ya los 17,85 millones de cotizantes.
España, por tanto, ha logrado crear 1,7 millones de empleos durante este período, la mitad del trabajo perdido durante la crisis, bajo el actual marco laboral.
Asimismo, uno de los indicadores más relevantes es que, a diferencia de lo que sucedía anteriormente, todo el crecimiento económico se traslada a la creación de empleo. Es decir, PIB y afiliación avanzan a un ritmo muy similar, mientras que antes se necesitaba crecer a un ritmo superior para empezar a generar puestos de trabajo.
Ahora bien, puesto que sindicatos y oposición ya no pueden negar la mejora del mercado de trabajo, se centran ahora en denunciar las precarias condiciones laborales que sufren los trabajadores. "Se crea empleo, sí, pero es temporal y está peor pagado", es lo que vienen a señalar al unísono sindicatos, PSOE y Podemos, entre otros. El problema es que dicho argumento tampoco se sostiene, a la vista de los datos oficiales:
La reforma laboral no está exenta de críticas, ya que son numerosos lo analistas y organismos internacionles que siguen exigiendo mayor flexibilidad para acabar con la lacra del paro, pero cinco años después de su aprobación el balance es positivo: menos paro, más empleo y menor precariedad laboral.
Y ello, sin contar que, según las estimaciones de BBVA Research, siesta misma reforma se hubiera aprobado en 2008 y no en 2012, se habría evitado la destrucción de cerca de 2 millones de empleos en el largo plazo y la tasa de paro sería hoy 8 puntos inferior (próxima al 12%).