La primera ministra británica, Theresa May, apuesta por un Brexit duro, tras confirmar el martes que el Reino Unido saldrá del mercado único europeo. En el palacete londinense de Lancaster House y en presencia de los embajadores de los otros 27 miembros de la UE, May dio por primera vez detalles de su plan de negociación con Bruselas una vez que active el decisivo artículo 50 del Tratado de Lisboa, sobre la retirada de un país comunitario del bloque europeo.
Después de meses de incertidumbre sobre el modelo de relación que busca con la Unión Europea (UE) tras el Brexit, la primera ministra explicó que el país abandonará el mercado único, ya que de otra forma no podría limitar la libre circulación de ciudadanos comunitarios. Asimismo, insistió en que intentará conseguir "un acuerdo ambicioso de comercio libre" con los 27 y "máximo acceso al mercado único en base totalmente recíproca", aunque también remarcó que prefiere acabar sin pacto que aceptar uno que perjudique los intereses del país. Señaló también que quiere salir de la unión aduanera, porque continuar en ella "impediría firmar acuerdos comerciales" con otros países de fuera de la UE, pero querría conservar acuerdos concretos de ausencia de tarifas para sectores y mercados específicos.
May también abogó por un acuerdo "transitorio" entre Londres y Bruselas que permita aplicar de forma ordenada el nuevo marco resultante de la negociación del Brexit y prometió que el acuerdo final con la UE será sometido al voto del Parlamento.
Así pues, de las cuatro grandes opciones por las que podía optar Reino Unido para configurar un nuevo marco de relaciones con la UE, May se ha decidido, finalmente, por la vía canadiense. Ni Noruega, que no es miembro oficial de la UE, pero tiene acceso al mercado común; ni Suiza, que no pertenece al Espacio Económico Europeo ni aplica la legislación comunitaria de forma automática, pero mantiene fuertes lazos y relaciones con la UE a través de más de 120 tratados bilaterales; ni Turquía, que pertenece a la unión aduanera, teniendo así ciertas facilidades para comerciar con el resto de Europa, pero no es miembro, ni total ni parcial, de la UE.
La opción más similar por la que se decanta el Gobierno británico es Canadá, que acaba de firmar un acuerdo de libre comercio con la UE. El Reino Unido sale de la UE, se reinstauran las aduanas y se negocia un nuevo tratado comercial, quedando los británicos al margen de la legislación comunitaria, recuperando así el control total de sus fronteras, su autonomía regulatoria y su plena capacidad para firmar tratados con terceros países.
Pese a ello, es una vía arriesgada para al economía británica, puesto que supondría romper lazos, parcial o totalmente, con su principal socio comercial (casi la mitad de las exportaciones del país van al resto de la UE), con el consiguiente daño a su crecimiento potencial en caso de no alcanzar un amplio acuerdo de libre comercio. Además, Reino Unido tendría que abrir mucho más su economía al exterior para contrarrestar la reducción de las transacciones e intercambios con el resto de sus exsocios. Y ello, sin contar que se trata de un camino muy incierto, puesto que está por ver cómo discurrirán las negociaciones con Bruselas.
Los doce objetivos que plantea May en su particular hoja de ruta son los siguientes:
La divisa británica se intercambiaba en los mercados a un máximo de 1,2347 dólares tras el discurso de May.
La primera ministra admite que el país quedará fuera del mercado único y se compromete a que el Parlamento vote el acuerdo final.