Imaginen los siguientes titulares: "El 10% más rico del mundo acumula el 88% de la riqueza del planeta y deja sólo el 12% en manos del 90% más pobre" o "El 10% más rico del mundo es 1.000 veces más rico que el 30% más pobre".
Terrible, escandaloso, vergonzoso… Los adjetivos se multiplicarían, las redes sociales estallarían y los informativos darían buena parte de su tiempo a la noticia. Y sin embargo, el periodista que redactó el titular, el tuitero que lo compartió indignado, el político que lo repitió en la tribuna del Congreso e, incluso, el especialista de la ONG que elaboró el informe… lo más probable es que todos ellos pertenezcan a ese 10% más rico de la población mundial que teóricamente acapara y no comparte las riquezas del planeta.
El informe de Credit Suisse "Global Wealth Report 2015" es el más usado para estas cuestiones (por ejemplo, es en el que se basa Oxfam para su estudio anual sobre pobreza y desigualdad). Pues bien, según sus datos, en España, en 2015, había 14,8 millones de adultos que tenían un patrimonio superior a los 68.845 dólares que marcan la frontera de ese 10% más rico del mundo (ver página 143). De ellos, 530.000 tienen más de 759.927 dólares (algo menos de 700.000 euros) y, por lo tanto, están en ese 1% que está acaparando titulares desde el lunes. ¿De verdad hay medio millón de adultos españoles súper-ricos que se están quedando con todos beneficios del incremento de la riqueza? ¿Y casi quince millones que pertenecen a la élite del 10% más rica del mundo? Bueno, eso es lo que dicen las cifras…
El debate sobre desigualdad, riqueza y pobreza es legítimo. En los últimos años, hay expertos que aseguran que la desigualdad en los países más ricos ha aumentado (aunque no a nivel global, gracias al crecimiento en los países más pobres de Asia). También es cierto que hay expertos que creen que las cifras más utilizadas no reflejan bien la realidad y que se está exagerando el debate.
Pero aquí no hablamos de eso. De lo que se trata es de esa percepción que se transmite de un club de ricos que se ha puesto de acuerdo para quedarse con todo; de la sensación del ciudadano medio occidental de que esto es algo que le es ajeno; y de la errónea concepción de la economía que transmiten estos titulares. Porque para empezar a entender, analizar e indignarse por las cifras, lo primero es asimilar algunos conceptos básicos que no siempre los medios de comunicación saben transmitir:
¿Por qué explicamos todo esto? Pues entre otras cosas porque puede haber muchos españoles que se asombre o, incluso, se sientan culpables de pertenecer a esa élite mundial del 10% o el 1% que tantos titulares se lleva. Pues bien, ni lo uno (no es nada extraño) ni lo otro (no hay nada de lo que avergonzarse, porque no se lo han quitado a nadie):
La distribución de la riqueza patrimonial en nuestro país es relativamente igualitaria. Dentro de los países ricos, somos uno de los que tiene menos millonarios en relación a su población y en el que los miembros del top 10% acumulan menos porcentaje del total:
Entre 2007 y 2014 España es uno de los países en los que más ha caído la riqueza patrimonial per cápita. Evidentemente, esto no se debe a que alguien se haya llevado los activos de los españoles. En realidad se trata de una combinación de causas reales (caída de los precios de la vivienda y mal comportamiento del mercado de valores nacional) y algunos efectos estadísticos (caída del euro frente al dólar en los últimos años):
La foto fija de España en 2015 es la siguiente:
Por último, hay que apuntar que los quince millones de españoles que forman parte del 10% más rico del mundo (o el medio millón largo que está en el 1%) son sólo contando los adultos. Es evidente que sus hijos menores de edad de estas personas no están incluidos. Pero hay muchos otros casos de personas que podría pensarse que están en este grupo y no lo están.
Por ejemplo, imaginemos un joven, hijo de un padre que tiene posesiones por dos millones de euros y que acaba de empezar a trabajar. Como no tiene nada de patrimonio acumulado y a su nombre, para la estadística está dentro de los últimos deciles en términos de riqueza. Y lo mismo para el caso una pareja joven que se acaba de comprar un piso con una hipoteca: en términos netos, su riqueza es cero (tienen un piso y una deuda por un importe similar). Nadie pensaría que estos dos ejemplos entran dentro del grupo de los más pobres de España… pero oficialmente así se contabilizan.
Además, como explicamos este martes, una de las sorpresas de un estudio detallado del informe de Credit Suisse es que hay muchos occidentales en los dos primeros deciles, los que integran al 20% más pobre en patrimonio del planeta. ¿Es que los más pobres entre los pobres se encuentran en EEUU, Dinamarca u Holanda? Lo que ocurre es que hay ciudadanos de estos países que tienen un patrimonio neto negativo porque han adquirido deudas que todavía no han pagado, pero no necesariamente porque estén en situación de necesidad. En España también se da esta situación. Así, el primer decil acumula una riqueza neta del -0,3% del total nacional.
En realidad, lo que ocurre es que la mayoría de los integrantes de las clases medias occidentales (y también buena parte de lo que en Europa o Estados Unidos se considera clase baja) pertenecen al 10-20% más rico del mundo. Y los pocos que no lo están, es porque tienen deudas que minoran su patrimonio neto. En el caso de España, el 25% de la población tiene una riqueza acumulada superior a 100.000 dólares y el 1% superior a 1 millón. No es nada malo y una de las cosas que debería preocupar a los que hacen este tipo de estudios es que no sean más, como franceses, italianos o alemanes. Pero por alguna extraña razón, lo que parece que les molesta es que haya regiones del mundo muy prósperas, y no tanto que haya otras que no sean capaces de imitar a aquellas.