Un español medio llega a los 30 años habiendo trabajado una media de 4,7 años. ¿Esto es mucho o poco? Pues según cómo se mire. Pero no parece demasiado. Sólo los jóvenes italianos y los griegos acumulan menos experiencia que los nuestros. Enfrente, los países más desarrollados doblan esas cifras. Por ejemplo, en el caso de los suizos hablamos de 10,4 años de trabajo remunerado al llegar a la treintena, para los holandeses son 10,3 años y para los australianos, casi 10. No es un dato que se publique demasiado, pero es fundamental para entender qué está pasando, por qué y por dónde deberíamos empezar a arreglarlo.
La OCDE, el club que agrupa a los países más ricos del planeta, publica cada año su informe Panorama de la Educación. España no sale especialmente bien parada. No es sólo que confirme los resultados de PISA, que apuntan a que los niños españoles están claramente por debajo de la media de la UE en comprensión lectora y matemáticas. También certifica que el sistema educativo no responde a las necesidades del mercado laboral y no existe comunicación entre ambos.
Podríamos decir que la escuela es una fábrica de parados. Pero también puede verse en sentido contrario, la falta de oportunidades en el mercado laboral perjudica la calidad en las aulas: no es sencillo explicar a un joven que debe esforzarse por conseguir un título que siente que no le servirá de nada.
Este lunes, la OCDE publicaba un informe complementario. Si en Panorama las cifras se centran en cuestiones fundamentalmente educativas, en éste los datos son laborales. Es decir, ¿cómo funcionan los mercados de trabajo en los países ricos y qué relación existe con lo que se hace en las escuelas?
En la página 31 del informe, viene el dato del que hablábamos al principio. Se trata de un epígrafe titulado "Transición de la escuela al empleo: ¿dónde están los jóvenes de 15 a 29 años?" Hay varias tablas, con datos como el porcentaje de desempleo en cada país o la tasa de ni-nis, jóvenes que ni estudian ni trabajan. España sale malparada en casi todas. Pero quizás la más interesante, entre otras cosas porque muestra unas cifras de las que se habla muy poco, sea la 3.1 "Años esperados en educación y en el mercado laboral" (ver imagen).
La tabla divide los quince años que podríamos llamar de juventud, desde que una persona puede entrar en el mercado laboral a los 16 años a los 30. La OCDE mide cuánto tiempo ha pasado cada joven dentro del sistema educativo formal y fuera del mismo. Según estos datos, los españoles, en esta década y media, tienen 6,9 años de "educación" y 8,1 de "no educación".
Pero no es esto lo más destacado. Al final, estas son cifras similares a las que existen en otros países. Lo llamativo aparece si uno mira las columnas con más detenimiento, especialmente la 2 y la 4, en la que aparecen los años de trabajo. Es decir, de esos 6,9 años en los que un joven español está en el sistema educativo, ¿en cuántos está además empleado? Y de los 8,1 años en los que no estudia, ¿cuántos trabaja?
Es aquí donde la diferencia es llamativa. Los españoles sólo pasan 4,7 años trabajando entre los 16 y los 30 años. De este tiempo, 0,7 años lo compaginan con alguna clase de estudios y 4,0 años en un empleo convencional. Sólo italianos (4,5 años) y griegos (3,9 años) acumulan menos experiencia antes de llegar a la treintena.
Enfrente, los países más ricos rozan o incluso superan los diez años. Es decir, sus jóvenes cuando llegan a los 30 tienen más de una década de veteranía. Los datos varían, pero la diferencia con nuestro país es significativa: Suiza (10,4 años), Holanda (10,3), Islandia (10,1), Australia (9,9) o Alemania (8,6), entre otros.
Este dato es más relevante de lo que parece, tanto si miramos hacia la situación actual de los jóvenes como hacia su futuro. Por ejemplo, en lo que hace referencia a la foto fija de cómo viven los veinteañeros españoles, el hecho de que no consigan continuidad en el mercado laboral tiene mucha importancia. Según este mismo informe de la OCDE (página 42) tenemos el segundo mayor porcentaje de ni-nis: un 26,8% de las personas de entre 16 y 29 años ni estudian ni trabajan. Sólo Grecia, con un 28,5%, está peor. Mientras, Holanda, Suiza, Alemania, Suecia o Austria nos dan motivos de envidia, con menos del 10% de sus jóvenes en esta situación.
Nuestros malos datos se mantienen para todos los niveles educativos. En España, como en todos los demás países, alcanzar la educación universitaria o al menos la secundaria ayuda a encontrar un empleo. La diferencia es que en nuestro país ayuda menos. Así, la tasa de empleo para los universitarios entre 25 y 34 años era del 78% en 2011 (último año con cifras para todos los países). La media en la OCDE era del 83%, con lugares como Holanda, Alemania o Austria que rondan o superan el 90%. Y eso para los que han acudido a la facultad: la tasa de empleo para los que no tienen educación secundaria en España apenas alcanzan el 57%, cuando en los países ricos supera el 70%.
Pero lo de la falta de experiencia es casi más importante a futuro. ¿Qué es lo que nos dicen esos tristes 4,7 años de trabajo remunerado con que los españoles llegan a los 30 años? Pues muchas cosas. No se pueden explicar todos los males del mercado laboral hispano sólo con un número. Pero sí es cierto que en esa cifra se esconden claves que sirven para comprender muchos de nuestros problemas. Dualidad, paro juvenil, poca productividad, bajos salarios,... Casi todo se puede entender mejor si tenemos en cuenta este dato:
La pregunta sería por qué lo hacemos tan mal. Hay razones legales: legislación laboral rígida, costes laborales no salariales muy elevados, mala formación en origen,... Pero también hay causas que podríamos llamar "culturales": mala relación empresa-escuelas, poca tradición a la hora de compaginar estudios y empleo, emancipación más tardía que en el resto de Europa, etc.