Las dinámicas sociales no son fáciles de cambiar. En ocasiones, se tiende a pensar que el cambio de una norma transformará a los actores a los que afecta, que modificarán su forma de operar de un día para otro. Como afirmó uno de los encargados de realizar el Calendario Revolucionario: "Dieciocho siglos no desaparecen de la mente de los hombres por el simple hecho de proclamar que es el año II".
Algo así podrían pensar los responsables del Ministerio de Empleo viendo las consecuencias, un año después de su aprobación, de la última reforma laboral, especialmente en lo que hace referencia a las formas de despido. En teoría, uno de los objetivos de Fátima Báñez era terminar con la anomalía la gran mayoría de estas extinciones laborales se produjeran a través del llamado "despido exprés", que implicaba que el empresario asumía la indemnización correspondiente al despido improcedente, incluso aunque estuviera pasando dificultades económicas.
De esta manera, el despido objetivo por causas económicas u organizativas era una rara avis que no sólo no se usaba, sino que, incluso cuando se aplicaba por el empresario era habitualmente rechazada por los jueces. Para evitarlo, en el Ministerio buscaron una redacción más precisa de las causas objetivas y cambiaron la forma en la que se determinaban los tipos de despido.
En este sentido, no sólo cambió la redacción de los artículos correspondientes en el Estatuto de los Trabajadores. La reforma también acabó con el despido exprés. Desde su aprobación, lo lógico es que todos los despidos fueran objetivos (es decir, pagando una indemnización de 20 días por año); luego, si el trabajador creía que era improcedente, debería ser el que acudiera al juzgado para que éste determinase si tenía derecho a una indemnización mayor (de 33 o 45 días, según los casos).
Todo parecía indicar que esta última modalidad iba a quedar como algo residual. Sin embargo, los primeros datos conocidos sobre el impacto de la reforma laboral no terminan de reflejar este cambio. Sí, ha habido un importante incremento en el número de despidos objetivos, que ya suman el 13,4% de las causas de acceso a la prestación por desempleo (frente al 9,7% de 2011), según refleja el Barómetro del Mercado de Trabajo. Un año de efectos de la reforma laboral, que este lunes han presentado en Madrid Aedipe y la Fundación Sagardoy.
Lo sorprendente es que un 16,7% de los nuevos parados con derecho a prestación en 2012 lo fueron a través de despido improcedente (desde un 22,7% en 2011, eso sí). ¿Qué está pasando? ¿Es que los empresarios no quieren ahorrarse parte del coste de las indemnizaciones? La diferencia es muy grande: de 20 días por año con 12 meses de máximo a 33 días con 24 meses (e incluso, 45 días con 42 meses para los que ya hubieran acumulado esos derechos). Ahora que no hay salarios de tramitación, no tendría mucho sentido. Podríamos decir que hay dos posibles explicaciones:
En lo que hace referencia al resto de efectos de la reforma laboral, el informe de la Fundación Sagardoy apunta que, "aunque el transcurso de un año no es suficiente para una evaluación completa sobre la norma", sí pueden extraerse algunas conclusiones provisionales: