¿Cómo nos ven los extranjeros? Los tópicos sobre España hablan de folclore, toros, siesta, sangría y buenas costas, de unos tipos gritones y algo descuidados, que toleran una deuda pública descontrolada y a unos políticos poco fiables, y que han conseguido crear unas pocas multinacionales. Enfrente, el Gobierno (éste y los anteriores) se empeña en demostrar que nuestro país y nuestra economía van mucho más allá del sol y playa, y que tiene solventes empresas, capaces de enfrentarse en igualdad de condiciones con sus competidores en el extranjero. No es una cuestión baladí. Aunque se hagan muchas bromas sobre los estereotipos de unos y otros, lo cierto es que decisiones de inversión, de gasto o de consumo pueden depender (y mucho) de la reputación de un país.
Este miércoles, Funcas presentaba el número 16 de su revista, Panorama Social, titulado Imagen y Presencia Exterior de España, que recoge una docena de muy buenos ensayos de diferentes pensadores sobre cómo nos ve la opinión pública europea, qué reputación tenemos, cuál es la influencia de nuestras empresas multinacionales o qué opinan los turistas que nos visitan.
De entre todos los estudios de esta publicación, destaca especialmente el primero, Dosis de realidad, firmado por Víctor Pérez Díaz y Juan Carlos Rodríguez, de ASP, uno de los más prestigiosos gabinetes de estudios sociológicos de España. Su pretensión es analizar cuál es la imagen de nuestro país en la opinión pública europea. Y sus conclusiones se ajustan bien a su título: no estamos como para tirar cohetes, pero tampoco está justificado el pesimismo que a veces nos invade:
España puntúa relativamente alto en aspectos como la oferta de ocio y entretenimiento, el entorno natural o las aportaciones a los bienes de consumo cultura, pero puntúa relativamente bajo en los que forman el núcleo económico y político-institucional de la reputación.
El resumen podría ser que la sociedad española aprueba con nota; mientras, sus políticos y sus instituciones suspenden. O casi podríamos decir que a alemanes, suecos u holandeses les caemos bien y les gusta como vivimos, pero que en las cosas de comer no se acaban de fiar de nosotros y de nuestras reglas. Eso sí, Perez Díaz apunta que los números absolutos no eran tan negativos (aunque estamos lejos de los mejores países europeos) y que podemos interpretar que nuestros vecinos nos dan "un margen de confianza". Los autores dividen los once aspectos relacionados con la reputación en tres grandes apartados:
Aunque las cifras no son buenas, los autores del informe apuntan que en realidad la percepción de los diferentes países por los ciudadanos de sus vecinos se ajusta bastante a la realidad. Así, "España y otros países de Europa del Sur tienen una imagen institucional que tiende a ser baja o media-baja, muy acorde con niveles de corrupción altos o medio-altos; tienen una reputación económica baja o media-baja, también de acuerdo con niveles bajos o medio-bajos del PIB per cápita; y tienen una reputación tecnológica baja o media-baja, coherente con sus niveles de capacidad de innovación".
¿Y qué podemos hacer? Pues Pérez Díaz y Rodríguez aseguran que ésta "no es una tarea que se resuelva con campañas de imagen que insistan en los aspectos positivos de nuestros país. El Gobierno, las elites y el público en general han de mostrar con sus compromisos, sus comportamientos y con el lenguaje que utilizan que estamos dispuestos a cambiar, como no lo hemos estado nunca en los últimos treinta o cuarenta años".
Además de autor de este pequeño estudio, Víctor Pérez Díaz es uno de los intelectuales más prestigiosos de nuestro país, un sociólogo de primera fila, con una capacidad de análisis que se merecería un mucho mayor reconocimiento por parte de la opinión pública. Como suele ser habitual en todas sus intervenciones, en la presentación de este pequeño análisis, también dejó algunas interesantísimas reflexiones: